11.20.2006

Daytona

Ya saben que este país es un lugar miserable, que no podría ser, ni de cerca, una alternativa decente en una secuencia de mundos elegibles. Eso lo tienen claro. Si no es así es porque viven en Florida, que les recuerdo, no hace parte de Colombia, o porque creen que Bogotá termina, hacia el sur, en la Plaza de Bolívar. Pues les tengo noticias: no saben una mierda de lo que pasa acá.

Lo digo porque, parece que no tenga nada que ver con esto pero si lo tiene, a mi me gusta viajar en bus. No hablo del frío y aburrido Transmilenio, sino del bus corriente, el que contamina (aparentemente mas que un bus de Transmilenio pero tengo mis dudas al respecto), donde suena reggaetón a mas de 85 dB, conducido por un sudoroso panzón de camisa abierta que maneja mejor que el fracasado del Montoya y acompañado por un lascivo ayudante que recibe las galletas que le da el vendedor ambulante que sube a vender sus productos. Ese bus. Y me gusta porque, uno, no tengo carro, dos, es mas barato y menos peligroso que usar un taxi y mucho más divertido. Pues bien, el viernes pasado, camino al centro, tomo un bus conducido por el panzón arriba mencionado, el cual al llegar a un cruce casi choca con un taxi que se detuvo a recoger a un pasajero en mitad de la calle. Al llegar a un semáforo, un par de cuadras después, el taxista se detiene al lado de la puerta del bus e insulta al conductor con lo de siempre: “pues bájese hijueputa, muy alzado o que?”. Al pasar a verde (el semáforo) el del bus aprovecha y lo adelanta, poniéndose frente al taxi en el siguiente semáforo. En esta ocasión el ayudante, también mencionado (siento la generalización pero en cualquier caso se aplica) baja del bus, mientras el taxista grita algo ininteligible y, nuevamente verde el semáforo, el del bus acelera. Las siguientes ocho cuadras me recordaron lejanas tardes jugando Daytona. En el semáforo siguiente el taxista se para a unos 4 metros de la puerta, destornillador en mano, y amenaza al conductor. Y como la naturaleza es sabia, no le bastó con hacer a un hampón taxista sino que tuvo que darle rasgos mongoloides. Aunque ahora insultaba porque, decía, el bus había rayado el taxi. El conductor del bus no bajó, yo tampoco lo hubiera hecho, y, nuevamente en verde el semáforo, aprovecha para tomar distancia del taxi que ahora lo perseguía amenazando con romper uno de los vidrios traseros del bus. Para ser honesto no se como hizo el tipo para recorrer unas 10 cuadras, pasar dos semáforos sin violar las normas de transito, en cambio violar como 10 recogiendo 5 pasajeros y evitando el taxi hasta que encuentran un auxiliar de policía (el vulgar chúcaro) escampando la llovizna junto a la entrada de un colegio. El ayudante se bajó a quejarse, luego el taxista, y finalmente el conductor del bus. Finalmente, al bus se acerca el taxista a preguntar a los pasajeros de quien había sido la culpa de todo el incidente y, al unísono los pasajeros responden: “suya”. El tipo, frustrado, se sube a su taxi y se larga.


No se de quien haya sido la culpa, si del conductor del bus, del taxista, de la policía por no tener a sus hombres en las calles, de la cultura de violencia en que hemos crecido o del gobierno que no crea oportunidades suficientes que eviten que un par de tipos se maten por pendejadas. De hecho no me importa. Total, solo quería contar la historia.


Foto tomada de shizuoka.cool.ne.jp, por aquello de los derechos y esa mierda.

6 Comments:

r said...

me hizo a cordar de un par tipos qeu se pusieron a pelear por la discusion tipica del vaso de agua y el vaso con agua, creo que se mataron por esa pendejada.

wintermute said...

No me extraña. He visto cosas peores, de hecho.

jhon said...

El viajar en bus a diferencia de los que muchos piensas, puede ser uns experiencia enriquecedora, al poder aprender de todo y cada una de las personas que en el se transportan ... lo bueno sería que los choferes aprendieran a manejar

Lanark said...

Los conductores de bus son realmente una especie bastante pintoresca. Podría, claro, comenzar por el colorido criterio estético con el que decoran sus vehículos, pero ese tema ya lo volvieron odioso toda esa mano de artistas que se comieron el cuento del "giro entnocéntrico", y los que creen que el "kitch" debe ser obvio y trival.
Lo que sí me parece interesante, y digno de comentarse, es la variedad de instrumentos de defensa (no se si sea exacto llamarles armas) que llevan al lado del asiento.
El destornillador de tamaño descomunal, desde luego, es bastante popular. Uno se pregunta, sin embargo, para qué carajos sirve un destornillador de ese tamaño, que no sea como utilería en "Tierra de Gigantes"
La gran variedad de crucetas que se utilizan en la mecánica automotriz criolla, producto de la fértil imaginación e inventiva de nuestros herreros. Esta es tal vez la más común
Las barras de acero para construcción, especialmente las que tienen más de un centímetro de radio, que son tan pesadas que no se pueden manipular con una mano, y suelen tener un extremo terminado en una punta irregular y amenazante.
Algunos, los más gomelos, pueden tener cuchillos de tamaño respetable, con refinados grabados tanto en la hoja como en el mango, y exóticas formas que hacen pensar en rituales de sacrificio en tierras ignotas.
Otros, de talante algo más rural y autóctono, cargan el clásico machete corneta, la elección más autóctona.
Los más tenebrosos de entre los choferes tienen un "tote", que es como le llaman a los revólver. No tienen, desde luego, permiso para portarlo, y el tote en cuestión suele tener una historia bastante enredada, que comienza con algún angiguo miembro de las fuerzas armadas.

Javier Moreno said...

Lo mejor es que la historia se repite y se repite. Es cosa de todos los días.

wintermute said...

Jhon, lo bueno es que los conductores manejan mejor que el tarado inmamable de Montoya, y eso es lo que lo hace tan emocionante.
Lanark, ese comentario acerca de las armas de los conductores merece una entrada entera :D
Si J, tal vez esa sea la idea de esto, rescatar los actos cotidianos que, a pesar de esa condicion, no dejan de ser aborrecibles.