3.23.2007

Desde el VIP


Había comprado la boleta unos quince días antes, la noche de un jueves en el Tower Records del Centro Andino. Haciendo la fila me topé con el Dr. Barbarie, él iba a averiguar por la del concierto de Roger Waters y terminó acompañándome mientras charlamos un poco de las pendejadas que siempre hemos hablado cuando nos encontramos, osea, política y religión. También hablamos de metal, me recomendó una banda de la que ya no recuerdo el nombre.

Así que ayer, 22 de marzo, estaba ansioso por salir de mi oficina lo más temprano posible. Tomé el Transmilenio, que pasó bajo unos tres aguaceros; al bajarme ya había escampado, pero el aire estaba húmedo y pesado. Caminé hasta la 30, esperando la confirmación de Nina de que llegaba a la 30 con 63, donde habíamos quedado. La esperé un rato en un paradero de bus, mientras fumaba un cigarrillo que me sabia a mierda. L´enfant me llamó a decirme que fuera a donde estaba, ya haciendo fila para entrar. Nina me llama ya llegando, la espero mientras un tipo moreno me ofrece drogas. Cuando llega Nina y Manson, y mientras buscamos a L´enfant, nos encontramos al Chacal, quien me presenta a Ángela, pero hablamos poco. Nina señala a Toxikrosa, lo saludo y nos ofrece dejarnos colar en su puesto. L´enfant estaba más atrás, entonces volvemos a donde Toxikrosa y hacemos la fila. Comienzan a caer las primeras gotas de lluvia.

Creo que nunca blasfemé tanto en mi vida, y con tanta tranquilidad. Caía un aguacero que me mojó hasta los interiores. Literalmente. La requisa fue bastante ágil y me arrepentí de no haber comprado cigarrillos ni haber traído paraguas o cámara fotográfica, por temor a que no me dejaran entrar. Cuando, finalmente escampamos, estaba completamente empapado y comenzaba a temblar del frío. Manson compra cigarrillos, lo cual fue una verdadera estafa, y una lata de Red Bull. La guardo en un bolsillo, escurro el agua de la chaqueta y la hatta y las sostengo en la mano el resto de la noche. La gente comenzó a agruparse y presionar hacia el escenario, un tipo algo grueso intentó pasar por entre nosotros, para hacerse adelante. Le bloqueo el paso con mi brazo – por favor me deja pasar? – le hago una mirada amenazante, apretando la mandíbula, que funciona bastante bien con los indigentes. El tipo desiste. Se apagan las luces.

Pornomotora comenzó a tocar poco después de las 18. Al parecer, a muchas niñas bonitas se les olvidaba que era un concierto de rock y no una fiesta de la Sala, y cuando un adolescente con varios pearcings en el rostro comenzó a empujar hacia el escenario, saltando y cantando algunas de las canciones, una mujer de pelo castaño claro lo miró con gesto de desprecio. El que sienten hacia los demás los que se creen seres superiores. A mi me molestó y lo mire y el chico se excusó – ahhh es que están empujando... – Cuando terminó el show, según Maria Paula, los de Pornomotora se fueron al publico a ver el concierto de Placebo. No me consta pero si me parece ver visto a Mauricio, uno de los guitarristas, pero no se me ocurrió que pudiera ser él.

Mientras los de sonido de Placebo conectaban los instrumentos y hacían las pruebas finales, la gente se agolpaba cada vez mas. Deseé haber comprado la boleta de preferencial, estar cómodamente sentado y no parado en un piso irregular lleno de pedazos de la revista Rolling Stone, mareado por el olor de la marihuana y con la ropa húmeda en la mano. Hacia las 2000 terminan las pruebas, se apagan las luces y sale Placebo al escenario.

Y dios hizo el caos.

Creo que durante las dos primeras canciones me mantuve de pie intentando defender a Nina y a mi mismo de la masa que se agolpaba hacia la tarima y la consecuente reacción. En esas, Manson perdió la chaqueta que también se había quitado porque estaba mojada. Creo que el esfuerzo provocó un desgarro en mi brazo derecho, nada grave, pero que si me molestó el resto de la noche. Algunas adolescentes eran sacadas desmayadas. En Drag la masa ya se había aplacado, finalmente nos había desplazado unos dos metros al sur y uno hacia el este. Tomamos distancia del que estaba frente a nosotros y me di cuenta que estaba a un paso de Germancho, pero él lo notó terminado el concierto. Tal vez antes.

El resto del concierto lo pasé entre el éxtasis y la punzada del conflicto. Sin duda Placebo es un grupo impresionante en el escenario, es un espectáculo de rock a la antigua usanza. Stefan Oldsal, el bajista, gesticulaba, lanzaba miradas, hacia los coros y arrojaba cigarrillos a medio fumar al publico, mientras Brian Molko, guitarrista y cantante, hablaba al publico, hacia chistes, cambiaba su impresionante arsenal de guitarras y las hacia chillar con el clásico efecto inventado por el mismísimo Hendrix. No recuerdo en que canción soltó la guitarra, encendió un cigarrillo y cantó, recordándome al Nick Cave de Der Himmer über Berlin. Hacia el final contó que el baterista, Steve Hewitt, estaba de cumpleaños y el publico improvisó un desafinado Happy birthday. Poco después hizo la clásica despedida provisional, arrojando la guitarra al publico (que poco después es recuperada por los de sonido) para volver a tocar tres temas mas, el penúltimo, Taste in men, alargado por los solos de guitarra y los efectos frente a los amplificadores. Terminan, después de 20 Years, dejando una sensación de alegría melancólica. Nina lloró desconsolada la mitad del concierto.

Encendidas las luces charlamos un poco con Germancho. Lo invitamos a una cerveza y contesta que, si se anima, nos esperaba afuera. Vagamos un poco buscando la chaqueta de Manson pero fue tiempo perdido. Un policía nos pidió que saliéramos, entonces me envuelvo en el cuello la hatta húmeda y salimos al frío. La cerveza la dejamos para el día siguiente.

Fotos
de Silvia Bustamante y de Ricardo Abdahllah.

3.13.2007

Un 11 de marzo cualquiera


Había tenido un mal presentimiento de cómo iba a terminar la cosa. Sin embargo era optimista, y teniendo en cuenta que el alcalde no había vuelto a autorizar la presencia del ESMAD (Escuadrón móvil antidisturbios) en las protestas callejeras, después de la muerte de Nicolás Neira el 1 de mayo del 2005, no esperaba que las cosas fueran a terminar mal. El director de la Policía había dado algunas vagas declaraciones donde sostenía que, posiblemente, la guerrilla intentara sabotear la visita de Bush, pero me sonó mas como a intento de intimidar a los posibles manifestantes y amedrentar, él mismo, la protesta social. O tal vez fuera cierto, pero para ser honesto nunca creí en la fuerza publica.

La cuestión es que, al tratarse de la visita de un jefe de estado, la seguridad de la ciudad no estaba en manos del alcalde, y el señor presidente, sin contemplación alguna, ordenó la utilización de las fuerzas del ESMAD, con toda la rigurosidad posible. Pero supe esto al llegar a una cuadra al norte del Planetario, acompañado de unos veinte libertarios, llevando un par de pancartas y unas tamboras, para hacer ruido. Nos cubrimos el rostro con mascaras, por aquello de las cámaras que hay por toda la carrera 7ª, y avanzamos un poco hacia el sur, para ponernos a la retaguardia de la marcha. Un par de punkeros rompían ladrillos contra el piso, y los trozos los guardaban en sus maletas. Adelante, la policía ya estaba provocando a los manifestantes. Sentí la eléctrica tensión que precede al conflicto.

Maria dice que nos unamos a los músicos de Skartel, que tocaban tambores frente al Planetario. Al pasar por detrás de la recepción del edificio del banco Tequendama un grupo huía ante la arremetida de la policía entonces retrocedimos un poco. Saqué el móvil y llamé a Lar, para decirle que se devolviera a su casa y que me llamara en tres horas, a ver como había terminado todo. Un tipo me da un palo de dos metros de largo, delgado y con algunas puntillas sobresaliendo, al parecer arrancado a alguna pancarta, y me dice- para que se defienda. Avanzamos nuevamente, mientras un policía amedrentaba a unas muchachas con la macana, y nos paramos a gritar arengas a unos 10 metros de la barrera hecha por los escudos y los hombres del ESMAD. Llega la tanqueta y dispara un chorro de agua, que me alcanza a mojar un poco. La gente se retira pero vuelve a avanzar, antes de huir en desbandada ante los gases lacrimógenos, disparados contra el cuerpo de algunos manifestantes y no al aire como indica el manual. Nos dispersamos.

Maria nos había dado instrucciones de que, en caso de dispersión, el punto de encuentro era el parque de Teusaquillo. Pero el gas nos hizo correr hacia la Macarena. Le doy la vuelta a la Plaza de Toros, ahogado y llorando por efecto del gas, subo unas escaleras y me encuentro con una pareja de rastas que también huían. Decidimos quedarnos juntos, y cuando la policía fue avanzando, caminamos por entre las Torres del Parque buscando una salida que no diera a la 4ª, donde presentíamos que ya estaba el ESMAD. Finalmente la gente se agrupó en la 4ª, caminando hacia el norte, nosotros vamos por el andén y llegamos a una tienda en una esquina y aguardamos.

El problema de la lucha callejera es, normalmente, la organización. Patente en ese caso, donde nadie lograba ponerse de acuerdo hacia donde avanzar: el ESMAD había llegado, después de una avanzada de policías motorizados, y lentamente nos estaba rodeando. Lar había llamado, ya estaba en el centro y le di mi localización. Retuve a los rastas el tiempo suficiente para que llegara Lar, bajamos por un costado de la estación de policía y llegamos a la Séptima. La retirada había dejado algunos locales destrozados, varios bancos estaban semidestruidos pero no creo que sea problema reconstruirlos con los cobros de comisiones y cuotas de manejo (la destrucción del sistema financiero siempre me ha parecido una tentadora posibilidad), los restos de una motocicleta calcinada yacían en las calle y los paraderos de bus estaban despedazados. Le hice señas a Maria para que viera que estaba bien, ella me pregunta por Peye y me pide que entre al piso y guarde algo que encontró una de sus amigas. Me entrega las llaves, les hago señas a Lar y a los rastas para que me acompañen y nos refugiáramos en el local. Al poco rato aparece la amiga de Maria, entramos al piso y aguardamos. Maria la llama y le da nombres de personas de las que han sido detenidas, mientras intenta que le entreguen a un menor de edad que encerraron en una de las tanquetas, donde seguramente lo estaban apaleando. Después, desapareció.

Miramos por la ventana mientras me termino mis cigarrillos. Una señora portaba un cartel en contra de la visita de Bush, y estaba sola frente a los policías. Detrás de ella, un graffiti en la pared de una iglesia bautista decía “falzos me cago en dios”. Después, frente a nuestras narices, un hip hopper iba esposado a un policía, el cual lo deja en libertad después de una larga y rigurosa requisa, y de que revisaran hasta los cd’s de hip hop que llevaba. Largo rato después llegan dos mujeres al piso que nos informan que Maria esta detenida. Esperamos hasta que pasan las 1500, salimos juntos hacia la Caracas, caminando rápida pero tranquilamente. En Transmilenio nos despedimos de los rastas, a la amiga de Maria la acompañamos hasta Teusaquillo y con Lar tomamos el mismo bus a casa. Un camión de la policía pasó antes de subirnos al bus y nos miran con curiosidad.

Desastrosa jornada.

Fotos tomadas de Indymedia Colombia