2.02.2007

El Pasado Judicial es una farsa

Luego de una discusión con un respetado blogger, algún indignado enano decidió escribir a la Casa Editorial en la cual estaba invitado que estaba utilizando la imagen de la empresa para armar gresca. La verdad es que el enano no estaba tan lejos de la verdad y no fue difícil quedar al descubierto con los administradores del servidor de blogs de esta Casa Editorial. Así que sólo bastó una entrada, tíldada por la mayoría como mediocre, mal escrita y pretenciosa, para ser retirado ipso facto del proyecto. Cualquier persona en su sano juicio consideraría sus actos y entraría en una etapa de instrospección absoluta que le haría cambiar, para su bien. Para Addiction Kerberos, en cambio, fue como si con la decisión le hubieran dado la bendición; como si esta fuera su gran puerta triunfal, que le diera la bienvenida al mundo del periodismo: hey tú, pequeña cosa, parece que finalmente has demostrado tu punto.

Luego que el tío me dijera que necesitaba del pasado judicial para ponerme a hacer cualquier cosa, en la cocina o en los baños, averigüé el télefono del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), hice mi respectiva investigación por la red y traté de recordar el sitio exacto que hace poco había salido en las noticias sobre empresas clandestinas que te aseguraban la cita a sólo 5 mil pesos. Sabía que era en la 100. Bueno, la verdad no era tan difícil llegar allí. O sólo una llamada a Coe, la traficante de VISAS americanas, seguro ella sabría dar respuesta. Pero quise hacer las cosas un poco menos a-la colombiana, por eso de no ser tan Zipa, y me levanté al otro día muy temprano a las 7 de la mañana a hacer la famosa llamada de la cita para el Pasado Judicial.

-En este momento no tenemos disponibilidad para atender su llamada. Gracias.


Llevaba una hora marcando, dos cafés encima, el pelo enmarañado y un aliento a demonios -pues de la cama había ido directo al teléfono y era tanta mi insistencia que ni para el baño me había despegado del teléfono-. Cada vez el repiqueteo era más desesperanzador y cuando finalmente parecía haber dado con una operadora -dios es máquina- el tono chillón de la puta del mensaje se hacía cada vez más desesperante. Llegué a odiar a esa perra, sobre todo en el instante en que cortante cerraba con el agrio GRACIAS. Gracias por qué hija de puta? por darle de qué comer al holgazán de marido que tenés y darle estudio a esos pillos de hijos que tienes, que sólo tienen en los oídos ese asqueroso reggaetón? Traté de desentenderme del asunto y llamar otro día, pero entonces venía a mí la imagen de la golfa del contestador, de sus hijos con pinta de Daddy Yankee, del marido, un enano con cara de maricón reprimido -tipo Patton- y pensaba: no, no hoy, no te dejaré tránquila perra hasta que me consigas un cupo. Dejar de insistir era darme por vencido, era dejar a la golfa ganar, era hacer reír al enano de Patton, era ir y hacer las cosas a la manera colombiana, al modo Zipa, y entonces, qué me diferenciaría de él? Llamé a la línea de información del DAS y pregunté si era posible conseguir de alguna manera legal la cita. La señora, otra voz de guisa, contestó molesta que los trabajadores del DAS no tenían nada que ver con lo que salía en noticias, que debería tener paciencia e insistir llamando. Le respondí que llevaba bastante rato insistiendo. "Haber señor, en este momento hay 12.000 personas llamando por minuto, pero insista que seguro lo atienden" Suspiré y ella volvió a decir: "escuche bien las noticias" Acto seguido colgó. Pensé: 12 mil desgraciados por minuto, llamando e insistiendo para un chance para tener trabajo, cuántos desgraciados dan por día, cuántos desgraciados por mes y cuántos por año. Cuántos realmente llegarían a los puestos de trabajo? Mierda de sistema, no hay trabajo y mucho menos posibilidades de acceder a él.

Finalmente conseguí la famosa cita, a eso de las 9:30, tras dos horas y media compulsivas y frenéticas, en las que parecía pelear contra una fuerza invisible pero que yo tenía muy clara, la imagen de esa perra guisa del contestador y de sus vándalos hijos y su estúpido marido. Dios gracias, por fin la puta cita. Era para el día siguiente, a las 10:15.

El día pasó sin mayor contratiempo, sin pensar mucho en el asunto. Por la noche la cosa no fue tan lígera. Ya había apagado la luz y recordé la cita temprano. Me dije: te levantas temprano y sales de esa mierdita rápido. Los pensamientos empezaron a hilarse por su cuenta propia en ese instante. De repente el nombre Pasado Judicial adquiría un sentido concreto, muy preciso. Si una cosa era cierta era que no siempre había sido un buen chico. Y un pensamiento empezó a tornarse cada vez más amenazador: qué tal si mañana no salgo del DAS? Así que empecé a cavilar en cuántos embrollos me había metido, en cuántos líos no tendría con la justicia. Cuáles serían los cargos que ellos tendrían en mi contra:

-posesión de drogas
- coartar el principio de libertad de expresión (libertad de proferir estúpideces) y libertad de prensa
- amenazas terroristas e intimidación contra bloggers
-calumnias al buen nombre
-corrupción de menores
- escándalos públicos
- desconocer los derechos de los animales
- Intolerancia
- Proferir panfletos subversivos
- Insultar líderes religiosos
- enriquecimiento (o empobrecimiento) ilícito
- Trata de blancas, negras e indígenas
- Prostitución intelectual
- Alta traición
- Formación de grupos delincuenciales

La lista cada vez se hacía más extensa en mi memoria. No prendía el televisor, que me hubiera alivianado de tinieblas, por temor a levantar a mi hija o a mi mujer. Temía defraudarlas, que Y* le preguntara a V sobre su padre y ella le respondiera: él salió a reclamar el pasado judicial y no volvió. Sudaba de físico miedo y creo que un instante solté un suspiro de puro dolor 100%. Así que me levanté y fui por un vaso de agua a la cocina. Cuando V se levantó me encontró envuelto en sudor frío, temblando y lleno de fiebre, delirando. Me preguntó qué pasaba así que le tuve que responder con franqueza: No sé si mañana salga limpio de esa vuelta en el DAS. Ella, confundida, replicó: cómo que limpio? qué pasa? Acaso qué mierda vas hacer mañana en el DAS además de sacar un estúpido papel? Le expliqué que tenía cuentas pendientes con la justicia colombiana y la remonté a unos 10 años atrás, le describí el modo como había agredido a un testigo de Jehová.

Mi padre me enseñaba a montar moto en el vecindario de mi nona. Dimos la vuelta a la manzana, sin ninguna complicación aparente, yo iba llevando la moto límpiamente, en primera. Podía sentir el liviano aire en mi cara y mi padre me apoyaba dándome pequeñas palmadas tiernas en el hombro . Ya íbamos llegando a la casa de mi nona. Mis tíos habían salido a apreciar el modo delicado en que llevaba la moto. Todos habían salido para apreciar que el chico había aprendido a montar moto. Al frente de la casa mi padre me ordena que frene. Yo voy concentrado en apreciar el panorama tan hermoso de ver a toda la familia reúnida, orgullosa de mi buen manejo. Mi padre vuelve a ordenar frenar. Yo aterrizo y me percato que hasta ese entonces no me había entrado en la cabeza la posibilidad de frenar. Acaso esta mierda no frena sola? Mi padre grita que frene. La casa cada vez está más cerca. Trato de frenar pero hago todo lo contrario. Acelero desmesuradamente. Mi padre, por la propulsión, pierde el agarre que tenía en mí y cae atrás. Siento que ha caído. Ahora yo estoy solo en esa puta moto. La casa se acerca cada vez más. Mi nona me mira con un rostro aterrador. No sé si está llorando. Cambio la dirección de la moto y me dirijo al empedrado de casa de Rigo. Las piedras ahora están casi en las llantas. Cierro los ojos y dejo que suceda. A los pocos segundos me incorporo y veo si estos sangrando o no tengo un dedo. Como la vez que una chica se accidentó en la esquina de la casa de mi nona y siguió derecho. Nosotros seguimos jugando con los muchachos. Al instante yo veo algo raro sobre los arbustos del pino en que se accidentó la chica: un dedo. Estoy ileso. No me duele nada. Volteo a ver. Creo que he matado a mi padre. Mi padre, aún sentado en la acera. Llora. Pero llora de la risa. Toda la situación le ha parecido tan divertida. Él, sentado en el suelo; yo, sobre las piedras; toda la familia reúnida al frente de la casa de mi nona, pálidos del miedo: y afortunadamente todos ilesos. Bueno, yo fui el único medio perjudicado. A los pocos minutos la mano derecha se me empezó a inflar como un globo. No la sentía. Pero era un simple tronchón. Así que a los dos días me llevaron a donde un testigo de Jehová que masajeaba. Apenas me puso una mano sobre el globo le grité: HIJODEPUTA. El tipo se negó a seguir sobándome. Luego le comentaría a mi padre que de no haber sido por mi corta edad, me hubiera puesto un cachetadón en la cara. Yo le dije a mi padre que prefería un cachetadón a que me jodieran la puta mano.

Luego de narrarle la historia, V se tranquilizó, me alcanzó otro vaso de agua y con una risa me dijo: bobo, por eso a nadie apresan. Ahora ven a dormir que mañana tienes que madrugar para sacar esa mierda.

Quise ir a las 7 de la mañana, a hacer cola, pero por el trasnocho me levanté a las 8. Tomé un taxi y fui hablando animosamente con el tío del taxi. Al llegar pregunté si había mucha cola y el tipo de seguridad me dijo que podía entrar a las 10 si mi cita era a las 10:15. Me di cuenta que no llevaba fotos. Pero ya la mayor parte del dinero lo había gastado en el taxi y sólo me quedaba un poco para luego de pagar esa mierda de pasado judicial. Un tío al frente del DAS grita: FOTOS, FOTOS. Me toma una foto un tipo con aspecto de topo, tan pequeño que mi cara queda en contrapicado. Al principio, puse un poco de resistencia por quedar tan contrapicado. Al ver el resultado de la foto, me encantó, tenía un toque Citizen Kane que me daba un aspecto realmente interesante. Ya iba a imprimir la foto cuando me dijo que eran siete changos. Le dije: No Way, amigo, no tengo siete changos ni cagando. Traté de negociar pero el resultado fue que borrara mi cara Kane al frente mío, sin muestra de compasión alguna. Así que caminé unas dos casas más y encontré un mejor sitio de fotografías. Tampoco me alcanzaba el dinero y traté de negociar con el tío. Finalmente le dije: mire, tengo esto: esta parte es para el pasado judicial de mierda ése y esto es lo que me queda, bueno y réstele un chango que es para mi bus. Así que el tipo que estaba atrás me miraba orgulloso y me dijo: ok, déjeselo al muchacho en eso. Me tomó la foto y cuándo me entregó el resultado me dijo: tiene que hablar así en el DAS y verá que sale de eso en menos de nada. Me sonrojé pensando en cómo había hablado. Pero seguramente al tipo le gustó mucho mi sinceridad acerca del dinero y no que me hubiera puesto avergonzado por estar tan pelele.


En la fila las piernas parecían que me hubieran subido de peso de repente. Casi me caigo. Me agarró un tipo que venía del Casanare y me dijo: tránquilo amigo, esto es de lo más rutinario. Como del susto no entendía las preguntas del cartoncito que nos dieron, me tocó consultarle más de una vez. -En el espacio de ocupación qué pongo: desempleado o periodista? El tipo, con un aire sereno, me dijo: pierda cuidado chaval que esto lo hacen es como para que uno ejercite la mano, realmente son preguntas sin la menor importancia. Dejé el espacio de "señas particulares" en blanco, no sabiendo qué contestar. Al frente de nosotros había un tipo que se había cargado hasta el pegante. El señor de Casanare le pidió un poco y yo luego, aprovechando el desordén, le pedí otro poco para poner mi foto. Ahora no sabía qué foto poner, si la grande o la chica. Un muchacho atrás mío, que luego supe se llamaba Edwin, me dijo: la chiquita, es la chiquita, igual, las grandes la recortan. Así llegué hasta la ventanilla. Temblando, muerto del susto, le pasé los papeles a la señorita. Ella los revisó, como viendo la trampa y me hizo cancelar el valor de la mierda de pasado judicial. Le pasé el dinero al tipo, aún temblando. Nos hicieron esperar un rato y yo aproveché para amistar con el tipo de Casanare, con Edwin y con el tipo del pegante. Bromeamos un rato, hablamos del precio tan descarado del pasado judicial y hasta le echamos piropos a una morenita que estaba al frente de nosotros. La verdad es que no esperé pasarla tan sabroso en el DAS esta mañana. Finalmente me llamaron para poner la huella, me hicieron esperar un minuto más y me dieron esa mierda. A la salida me sentí un poco melancólico por los amigos que había hecho. Esperé un poco, tomando aire. Vi a lo lejos al tipo de Casanare y lo saludé. Él hizo una señal con el brazo de que fuera hasta allá. Al alcanzarlo le pregunté qué hubier pasado si me hubieran encontrado deudas con la justicia. Me contó que el año pasado a unos muchachos que estaban con él les habían encontrado problemas. Así que tuvieron que hacer de nuevo otra fila y revisar un morro de expedientes. Agradecí que no me hubieran encontrado nada malo, que el enano Patton no me hubiera denunciado o que el madrazo proferido al testigo de Jehová fuera algo más concerniente a la justicia divina que a la justicia colombiana.

El pasado judicial es una farsa. Debe haber algo terriblemente retorcido en el sistema como para que un tipo como yo pueda tramitarlo sin problema alguno. Para que su trámite sea una vuelta sabrosa y no un requisito de rigor que te haga valorar tu verdadero papel en la justicia del país. Seguramente sería mejor hacer del pasado judicial un juicio valorativo individual en el cual cada persona voluntariamente dé cuenta de sus deudas con la justicia. Seguro que de haber sido de esta forma yo me hubiera condenado. Hubiera aceptado sin reparo alguno mi cuota de culpabilidad en esta sociedad tan jodida. En el papel reza: no tiene asuntos pendientes con las autoridades judiciales. Ahora creo que debe venir mi contraparte y cobrar los asuntos pendientes que tienen esas autoridades conmigo.